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(El 30 de enero de 2014 se aprobó el documento
“UNIDAD” en la Asamblea de base de Esquerra Unida de Paterna con el
objetivo de impulsar un debate de abajo a arriba por la Unidad en base a
un Programa de Mínimos. El documento está a disposición de cualquiera
para trasladar el debate a sus colectivos sociales, políticos o
sindicales.)
Una
propuesta para el debate desde la base ante el 22M, por la Unidad en
torno a un Programa de Mínimos, defendido por todos en todos los
frentes.
Introducción
La
actual situación de emergencia social, económica y política hace
imposible postergar la consecución de una vía para conseguir la Unidad
de acción en los múltiples frentes donde las distintas fuerzas sociales y
políticas de la izquierda transformadora se están enfrentando día tras
día con este régimen represivo, privatizador, patriarcal y reaccionario,
que está acabando con el presente y el futuro de millones de personas,
entre ellas la mayoría de la juventud, condenada al paro o al exilio
forzoso.
El
proceso de Unidad debe abordarse, no obstante, con respeto, confianza y
claridad, y desde la base de que cada organización y cada colectivo
pueda conservar su identidad propia, sus propuestas y sus programas, y
donde se parta del respeto al funcionamiento democrático interno de las
distintas organizaciones, así como al trabajo de sus militantes, que son
quienes definen el funcionamiento interno de éstas.
Por ello
debemos poner sobre la mesa una propuesta de Unidad desde abajo,
colectiva, programática y con vocación de conquistar la hegemonía
ideológica, pero también la victoria política, aglutinando la confianza
de las grandes mayorías sociales, para la consecución de la
transformación social. Se trata de fabricar entre todos una propuesta
transversal y sin personalismos de la que puedan ser partícipes todas
las organizaciones políticas y sindicales, así como los Movimientos
Sociales que compartan la voluntad de conseguir una transformación
social a favor de las clases subalternas, sin menoscabo de la identidad
ni de la soberanía de ninguno de ellos.
¿Cómo plantear un proceso de Unidad?
Toda
unidad parte de un punto de encuentro en base a intereses y objetivos
comunes, y se consolida, entre otras cosas, en base a consensos respecto
de símbolos que todas las partes asumen como propios. Símbolos que
suelen surgir a partir de luchas comunes en las que todas las partes son
protagonistas.
En este
sentido, cabe tener muy en cuenta la convocatoria del 22 de Marzo de
2014 en la que están trabajando prácticamente todos los movimientos
sociales, así como las organizaciones políticas y sociales de la
izquierda transformadora y revolucionaria. El 22M será propiedad de
todos y todos podrán reivindicarlo como suyo en la medida que trabajen
para convertir esa jornada en una fecha memorable y fundamental para
conseguir aumentar el nivel de cohesión, conciencia y organización de
las grandes mayorías sociales, de los colectivos participantes y de la
sociedad en general.
Se da la
circunstancia de que a la convocatoria del 22 de Marzo cada
organización acude con sus reivindicaciones y propuestas propias, pero
también con una serie de propuestas colectivas, comunes a todos los
convocantes; es decir, las líneas generales de un Programa común.
Dicho
Programa Común, en cuanto al contenido, pero también en cuanto a su
método de elaboración, debe ser el eje sobre el que debe girar la Unidad
de Movimientos Sociales y fuerzas políticas y sindicales. De ahí nace
la posibilidad de plantear el 22M como símbolo de lucha colectiva, un
reto y una oportunidad que no podemos desaprovechar.
¿Como se concreta esa Unidad?
Las
organizaciones, los colectivos, Movimientos Sociales y personas ya están
convergiendo desde el mismo momento en que hacen suyo el Programa común
de mínimos del movimiento unitario que gira en torno al 22M, pero
además lo hacen manteniendo su propia identidad, y sin perjuicio de
salvaguardar los principios ideológicos en los que basan su acción
cotidiana.
En un
proceso de Unidad sólido las organizaciones políticas no se disuelven en
nuevas siglas ni en nuevos partidos, ni se plantean fusiones ni
convergencias electorales. La Unidad se basa fundamentalmente en
comprometerse al plan político definido en el Programa de mínimos que
todos compartamos, y que no se haga desde las cúpulas, sino desde las
bases, desde la calle, en contacto con la gente que lucha y que sufre.
Un Programa de una serie de puntos fundamentales que cada organización,
cada movimiento, cada sindicato, cada colectivo y cada uno de nosotros y
nosotras se comprometa a desarrollar y apoyar en el frente donde esté
presente, también en las instituciones. Sin que ello signifique
cuestionar a las organizaciones ya existentes, ni a sus ideologías, ni a
sus programas propios. Al contrario, que cada nuevo movimiento de
cambio se organice, debata, establezca sus propuestas y las haga
públicas, sin cuestionar al resto, y comprometiéndose también a
encontrarse con los demás en ese Programa básico compartido por todos y
todas.
Esa Unidad, por tanto, debe concretarse en dos frentes:
1) La calle
La
propia convocatoria del 22M, trabajada durante meses a lo largo y ancho
de toda España, es ya una extraordinaria muestra de unidad, que hay que
lograr extender más allá de esa fecha, en ciudades, barrios y pueblos,
donde se deberán explorar nuevos mecanismos de participación,
elaboración programática, de la mano de Movimientos Sociales y
ciudadanos, AAVV, sindicatos, partidos, etc.
El
objetivo debe ser la extensión del movimiento mediante la creación de
Asambleas de Poder Popular (llámense como se llamen) en las que
participen los colectivos comprometidos con el 22M para asegurar el
cumplimiento de su programa, su desarrollo y su ampliación.
2) Las Instituciones
Los
partidos o coaliciones presentes en las instituciones que participen y
reivindiquen el 22M deben hacer suyo el Programa base y comprometerse a
desarrollarlo y apoyarlo allí donde la aritmética electoral lo permita,
sin que ello implique la obligación de entrar o no en gobiernos locales,
autonómicos o estatales, pero sí la de defender el Programa de mínimos.
Es
decir, nada impide a cada fuerza política concurrir a las elecciones con
sus propias siglas, o en coalición con otros, según la voluntad de sus
bases y órganos internos, y siguiendo siempre los mecanismos
establecidos por sus militantes a la hora de elegir a sus candidatos.
Aunque
no sin razón haya quienes señalen acertadamente el problema de la ley
electoral en España, y teoricen sobre la necesidad de unidad en las
siglas para concurrir a los procesos electorales, debemos ser
conscientes de que forzar esta unidad desde arriba sin recorrer un
camino coherente con la transformación social, desde abajo y a la
izquierda, puede ser contraproducente y acabar dándole un globo de aire
al bipartidismo, y por tanto al régimen. La convergencia debe comenzar
en las ideas, en la acción, en los programas y en las calles y
construirse partiendo de las asambleas de base. Por ello, comenzar con
consensos en torno a la acción y el programa tomando como punto
simbólico el 22M es cimentar la confluencia de manera coherente,
respetuosa y duradera.
Es
evidente que durante el proceso de acumulación de fuerzas que estamos
acometiendo se seguirán agudizando las contradicciones del régimen,
hasta el punto que el marco legal-institucional devendrá insostenible y
ampliamente percibido como ilegítimo. Por ello, el paso necesario es la
apertura de un proceso constituyente en el que participen la inmensa
mayoría de la población a través de la red de contrapoderes que se logre
establecer a través de una estrategia común de partidos, sindicatos,
movimientos sociales, colectivos ciudadanos, etc.
Conclusión
Partiendo
de que la izquierda no es uniforme, sino que es plural y está en
permanente debate, la propuesta planteada pretende forjar un proceso de
Unidad estable, de abajo a arriba, con una base programática y con el
objeto de que cada organización, colectivo o movimiento, siga
desplegando todas sus funciones y todas sus capacidades, por un lado
para reforzar el Frente Único, y por otro para desarrollar sus propias
tareas organizativas, ideológicas o sociales para hacer realidad la
acumulación de fuerzas y culminar el proceso destituyente.
La
propuesta de Unidad planteada tiene precedentes – aunque adaptada a las
circunstancias políticas, sociales y culturales actuales -, en
experiencias desarrolladas a lo largo del último siglo, en procesos
donde se forjó la unidad precisamente a través de la asunción por parte
de todas las organizaciones que lo formaban, de un programa de mínimos,
sin renunciar a su propia identidad ideológica, ni a su propia
organización.